martes, 19 de abril de 2016

Gigante egoísta

Dentro de la jaula me saco las plumas una por una. Fíjate que no siento dolor al practicar el rito, tampoco costumbre. Si es que me lo preguntas -aunque tengo claro que no lo harás- rara vez siento algo.
A veces, cuando pienso que el viento ya no golpea tan fuerte, las vuelvo a colocar en su sitio con la ilusión casi infantil de permanencia, pero allí no duran demasiado. No tanto como me gustaría. Y es que el gigante sopla y ellas caen, ¿Qué se puede hacer contra eso? La sangre es una fuerza natural. Un vínculo impuesto. La jaula.